ISSN electrónico: 1885-5210

DOI: https://doi.org/10.14201/rmc2021172111121

Frankenstein y Caligari: ficción y bioética

Frankenstein and Caligari: fiction and bioethics

Yulfren Jhonattan GONZÁLEZ RAMÍREZ

Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras. (España).

Autor para correspondencia: Yulfren Jhonattan González Ramírez.

Correo electrónico: yulfrenjhonattan.gonzalez@alumnos.uva.es

Recibido el 25 de marzo de 2020

Aceptado el 8 de mayo de 2020.

Resumen

La cirugía es la rama que estudia la intervención quirúrgica en el cuerpo humano, mientras que la psiquiatría se encarga de estudiar, diagnosticar y tratar las patologías mentales del hombre. Este trabajo enfoca el antagonismo al cual remiten personajes como el Dr. Frankenstein y el Dr. Caligari, respecto a la praxis médica y científica. Aquí se muestra como la manipulación de la vida, incluso con fines científicos, puede generar problemas tanto éticos como sociales. Mary Shelley y los visionarios de Caligari, tuvieron una vida marcada por situaciones difíciles, eso no impidió que sus obras fueran de gran originalidad y despertaran curiosidad por la ciencia. Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) y El gabinete del Dr. Caligari (1920) inician en el público (lectores o espectadores) una profunda reflexión acerca del ethos científico.

Palabras clave: bioética; Frankenstein; Caligari; filosofía; ciencia.

Summary

Surgery is the branch that studies surgical intervention in the human body, while psychiatry is responsible for studying, diagnosing and treating the mental pathologies of man. This work focuses on the antagonism to which characters such as Dr. Frankenstein and Dr. Caligari refer, regarding medical and scientific praxis. Here it is shown how the manipulation of life, even for scientific purposes, can generate both ethical and social problems. Mary Shelley and the visionaries of Caligari, had a life marked by difficult situations, that did not prevent their works were of great originality and aroused curiosity about science. Frankenstein or the modern Prometheus (1818) and Dr. Caligari’s cabinet (1920) begin in the public (readers or spectators) a deep reflection on the scientific ethos.

Keywords: bioethic; Frankenstein; Caligari; philosophy; science.

Ficha técnica

Título original: Das Cabinet des Dr. Caligari.

País: Alemania.

Año: 1920.

Director: Robert Wiene.

Música: Giuseppe Becce.

Fotografía: Willy Hameister.

Montaje: Hermann Warm.

Guion: Carl Mayer, Hans Janowitz.

Intérpretes: Werner Krauss, Conrad Veidt, Friedrich Feher, Lil Dagover, Hans Heinrich von Twardowski, Rudolf Lettinger...

Color: blanco y negro (coloreada).

Duración: 76 minutos.

Género: fantasía, horror, misterio.

Sinopsis: Francis, un joven, recuerda en su memoria las horribles experiencias que él y su novia Jane tuvieron recientemente. Es la feria anual en Holstenwall. Francis y su amigo Alan visitan The Cabinet of Dr. Caligari, una exhibición en la que el misterioso doctor muestra al sonámbulo Cesare y lo despierta por unos momentos de su sueño mortal. Cuando Alan le pregunta a Cesare sobre su futuro, Cesare responde que morirá antes del amanecer.

Productoras: Decla-Bioscop AG (as Decla Film- Gesellschaft- Berlin)

Enlaces:

https://www.imdb.com/title/tt0010323/?ref_=fn_al_tt_1

https://www.filmaffinity.com/es/film446167.html

Tráiler en inglés

Introducción

A través de este trabajo se pretende encontrar la relación entre la obra Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley (1818), que relata la historia de un joven médico, amante de la ciencia y que intrigado por la anatomía humana, decide dar vida a una criatura, compuesta por él mismo a partir del ensamblaje de partes corpóreas provenientes de diferentes cuerpos, y El gabinete del Dr. Caligari (1920) de Carl Mayer y Hans Janowitz que narra la osadía de un psiquiatra que en pro del conocimiento científico, espera resolver el secreto de la hipnosis mediante la inducción al trance de un paciente sonámbulo. En este trabajo se intenta responder a cuestiones bioéticas en las cuales incurren los personajes principales de las obras ya descritas, incluso, cuando sus intenciones están basadas en criterios científicos como la búsqueda del conocimiento y la experimentación científica. Se pretende realizar una comparación de la relación médico-paciente entre los protagonistas y analizar las similitudes y las diferencias entre las obras, sin dejar de lado los aspectos históricos de cada una de ellas.

Cartel original.

Muchos han sido los trabajos realizados sobre cada una de estas obras, sin embargo, servirán de referencia las anotaciones y análisis de Isabel Burdiel en su edición de «Frankenstein o el moderno Prometeo» (1999), acerca de la vida de la autora Mary Shelley y del contexto en el cual fue escrita la obra. También será consultada la versión en castellano de «De Caligari a Hitler» (1985) de Siegfried Kracauer. También se estudiará «Bioética: nuevas reflexiones sobre debates clásicos» (2008) de Florencia Luna y Arleen L. F. Salles, en el cual se hace una revisión exhaustiva a la relación médico-paciente, así como la visión de Alfredo Marcos sobre la dignidad, el valor de los vivientes y la ética ambiental, lo que nos permitirá darle fundamento filosófico a las críticas sobre los personajes, además se pondrá atención al capítulo de Javier Gafo «Reflexiones éticas sobre los trasplantes de órganos» del libro «Transplante de órganos: problemas técnicos, éticos y legales» (1996). Los trabajos previos que relacionan a los personajes de Frankenstein y Caligari, están enfocados al tema de la estética y no al tópico bioético, entre ellas, podemos destacar Abject Terrors: Surveying the Modern and Postmodern Horror Film (2005) de Tony Magistrale o Uncanny Bodies: The Coming of Sound Film and the Origins of the Horror Genre (2003) de Robert Spadoni. Tales investigaciones realizan sus análisis con el Frankenstein fílmico y no con el personaje original de Mary Shelley (1918). Este trabajo a diferencia de los anteriores, plantea una perspectiva sobre la bioética de la praxis médica de dos personajes ficticios como el Dr. Frankenstein y el Dr. Caligari, es decir, servirá de engranaje para entender ambas visiones y dará cuenta de cómo está representada la relación médico-paciente a través de ambas obras. También explicará cómo se relacionan ambos personajes, siendo de épocas distintas, autores distintos y contextos distintos. Esta investigación es necesaria para confrontar dos visiones bioéticas acerca de cómo encontrar los orígenes y dar respuesta a los misterios de la ciencia a través de la experimentación científica, en Frankenstein la vida y en Caligari la psiquis. La investigación se hará mediante el análisis de la obra de Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) y de la película El gabinete del Dr. Caligari (1920), en la ciudad de Valladolid. De tal manera que ¿Será posible encontrar entre ambos personajes una relación en su praxis bioética?

El contexto histórico de ambas obras

En 1818 Mary W. Shelley, publica Frankenstein o el Prometeo moderno, estaba en plena decadencia el género gótico. Para finales del siglo XVIII y principio del siglo XIX, Inglaterra estaba sumida en diversos debates políticos y sociales, como la reforma constitucional, los derechos de las mujeres o el radicalismo británico; «un movimiento extraordinariamente heterogéneo que, «[…] trataba de propiciar en Inglaterra una alternativa social y política al viejo sistema paternalista y aristocrático conmovido en sus cimientos por los efectos disruptores de la primera revolución industrial»1. Así también, ya se discutían las teorías de Erasmus Darwin, y Thompson (1963:761) escribió: «la primera mitad del siglo XIX, cuando la educación formal de una gran parte de la población suponía poco más que el aprendizaje de las cuatro reglas, de ningún modo fue un período de atrofia intelectual»2.

1920 fue la fecha en la cual se estrenó El gabinete del Dr. Caligari, un año antes se habían firmados los acuerdos de paz, que el pueblo consideraría humillantes para Alemania. Han pasado 2 años desde la derrota en la primera guerra mundial, Alemania se encuentra inestable económicamente y sumida en un caos social.

«En el dominio de la vida pública, nada se había arreglado aún. La gente sufría hambre, desorden, desocupación y aparecieron los primeros síntomas de la inflación. Las luchas callejeras se tornaron sucesos diarios. […] la latente lucha de clases alentaba temores y esperanzas»3.

En el cine alemán se llevan a cabo proyectos cinematográficos sin censura, dándose así una apertura a la cultura sexual, lo cual generó grandes ingresos para las salas de proyección.

Sobre los autores

Mary W. Godwin era fruto de la unión de Mary Wollstonecraft y William Godwin. Nace en 1796 en Inglaterra, su madre es considerada la pionera del feminismo británico y defensora de la libertad sexual de las mujeres, su obra más importante fue Vindicación de los derechos de la mujer (1792). Su padre fue pionero del racionalismo anarquista del siglo XIX, luego del fallecimiento de su esposa, no hizo honor a su memoria dándole educación de calidad a su hija Mary. Percy B. Shelley quien será el futuro esposo de Mary W. Godwin, también se convirtió en su salvador, ya que, en casa de su padre, no era más que una mujer insegura. Su vida estuvo rodeada de tristeza, ya que a los once días de nacida muere su madre, posteriormente su padre se casa con Jane Clairmont, quien como madrastra no supo establecer una relación de cariño para con ella. Su hermana mayor, nacida de una relación previa a la de Godwin, se suicidó a los 20 años. Vale decir que la mayor frustración de Mary Shelley fue el no haber conquistado el corazón de su padre, Burdiel la cita así: «La idea de su silenciosa y fría desaprobación sigue haciéndome llorar como cuando era niña»1.

Hans Janowitz, nacido en la República Checa en 1890, es coautor de la pieza Das Kabinett des Dr. Caligari, una experiencia que vivió en octubre de 1913 durante una feria en Hamburgo lo inspiró a escribir la obra. Carl Mayer, fue un joven austríaco perteneciente a una familia opulenta, su padre tuvo la desgracia de perder toda su fortuna por medio de los juegos de azar. Su experiencia más trágica fue haber participado en sesiones psiquiátricas militares durante la gran guerra, de esa vivencia se generaría una aversión a los psiquiatras y también las líneas del guion de la película.

¿Por qué estas dos obras?

Las razones que explican el uso y análisis de estas dos obras radican en que ambas tienen como personajes principales a médicos que a su vez son investigadores, que cuentan con la más absoluta certeza de que su trabajo experimental puede cambiar el curso de la historia de la medicina, que tales resultados podrán ser el inicio de una revolución científica. Tanto en Frankenstein como en Caligari, encontramos la similitud de que sus prácticas se realizaron en un único «paciente» y que estas labores fueron llevadas a cabo en la clandestinidad, lo que indicaría que ambos estaban conscientes de que tales acciones estaban al margen de lo legal o del buen juicio. Las dos obras, también forman parte del género de terror y de la fantasía, lo cual nos permite hacer comparaciones entre ellas, dado que se encuentran en el plano de la ficción. Esta última característica, nos permite hacer hipótesis sobre los personajes sin torcer la realidad.

De estas obras, analizaremos sólo los aspectos bioéticos que se manifiestan en las circunstancias de los personajes, para así, develar qué se quebrantó del ethos científico en tales protagonistas.

Tanto la obra de Mary Shelley como la película «El gabinete del Dr. Caligari», marcaron una época y significaron un cambio radical para su género, así también son consideradas, todavía hoy, referencias obligadas para los estudiosos del género gótico tardío y para el expresionismo alemán (respectivamente). En ambas obras encontramos implicaciones éticas y morales que hacen reflexionar tanto a los personajes como al público en general, en cuanto al valor de la vida y del quehacer científico-técnico.

Como referencia final, cabe destacar cómo estas obras están enlazadas por su aparición en épocas de cambios radicales, de revoluciones sociales y avances técnicos, dónde la biología, la química y la física fueron protagonistas.

El origen de las historias

La obra Frankenstein o el moderno Prometeo, nace de la propuesta que Lord Byron, un verano de 1816, hiciese a Percy Shelley, William Polidori, Claire Clairmont y Mary Shelley de escribir un cuento de fantasmas. Aunque Mary Shelley, estuvo de acuerdo desde el primer momento de la propuesta, se le dificultó encontrar una historia, sin embargo, luego de oír a su marido discutiendo con Lord Byron sobre un experimento realizado por el «doctor Darwin, quien había sido capaz de preservar en una caja de cristal un trozo de vermiccelli hasta que, por algún medio extraordinario, éste comenzó a moverse por voluntad propia»1, logro inspirarse y comenzar a escribir su tan famosa obra. El nombre de la madre y la hermana favorita de Percy Shelley, dio origen a Elizabeth Lavenza, prima y futura esposa de Víctor Frankenstein, el nombre de este último fue utilizado por Percy Shelley durante su infancia y temprana adolescencia, relata Burdiel, citando a R. Holmes.

Además de la mala experiencia sufrida por Meyer en sus sesiones psiquiátricas durante la guerra, la vivencia de Janowitz en el Holstenwall, cuando ve a una risueña joven adentrarse en el bosque y repentinamente aparece la figura de un hombre desde la oscuridad, lo cual parece que persiguiera a la señorita y luego ambos se pierden entre la floresta para al siguiente día, Janowitz enterarse de la noticia de la muerte de una joven llamada Gertrude, víctima de un crimen sexual en el Holstenwall, los motiva a escribir el libreto de la obra.

El papel del médico en ambas obras

Víctor Frankenstein era un estudiante de filosofía natural (ciencias naturales), curioso desde temprana edad por los fenómenos naturales, de ahí, su inclinación por la ciencia. En una oportunidad se quedó maravillado ante la acción de un rayo frente a un roble. «Le pregunté a mi padre acerca del origen y naturaleza de los truenos y relámpagos. –Es la electricidad– me contestó, a la vez que me describía los efectos de esa energía»1, esa vivencia marcó su vocación por el estudio de la naturaleza. Luego de ingresar a la Universidad de Ingolstadt se relacionó con el profesor Waldman, quien lo animó a estudiar las diversas ramas de la ciencia. Posteriormente, Víctor se interesaría profundamente por la fisionomía, de tal manera que iniciaría estudios en anatomía y en los procesos químicos que experimenta el cuerpo humano. Lo cual le permitirá adentrarse en lo que será su objetivo principal, descubrir el misterio de la vida. Su conocimiento médico y científico lo ayudará a entender que la materia viva está dotada de energía, de tal manera que era posible animar a un cuerpo sin vida a través de un impulso eléctrico. «Aunque en ningún momento de la novela se hace referencia a que Frankenstein diese vida a su criatura mediante ‘galvinismo’ […] a lo largo del siglo XIX, las referencias a Frankenstein asumían que ése fue el procedimiento utilizado»1. Nuestro protagonista, se caracteriza como un estudiante muy disciplinado, lo cual le hace merecer el reconocimiento y el respeto de sus compañeros y profesores. Víctor no estaba movido por el dinero que podría obtener de sus descubrimientos, su motivación era meramente científica, su determinación estaba enfocada a develar los enigmas de la naturaleza. El poder conocer de anatomía humana, le generó mayor facilidad para ensamblar un cuerpo con partes corpóreas pertenecientes a diversos cadáveres, su actividad en las osamentas y cementerios se remitía a encontrar cuerpos de cierta «belleza» para que así su criatura fuese de evidente hermosura. La obsesión de Frankenstein por dar vida, a través de la experimentación científica, no le permitió observar sino hasta el momento en que su creación abrió los ojos, la aborrecible tarea que estaba realizando. Hoy sabemos sobre los diferentes riesgos que tiene la manipulación de cadáveres y se han generado precauciones normalizadas en relación con la sangre y otros líquidos corporales, tejidos y excreciones. De manera obvia, en esta historia la ficción es la protagonista, sin embargo, es interesante visualizar a Frankenstein en ese punto de la historia más como un anatomopatólogo, que, como un simple estudiante de medicina, vale recordar que para el momento en que se escribió la obra, los avances en esta rama de la medicina se situaban en la patología tisular de Xavier Bichat4. El Víctor Frankenstein relacionado con las ciencias naturales y médicas, se manifiesta, en la novela, desde su entrada a la universidad hasta la creación de la criatura y poco después, al enfrentarse a la reflexión ética de crear una nueva compañera para el monstruo.

El rol médico, en El gabinete del Dr. Caligari, se remite específicamente a la psiquiatría. La hipnosis ha sido históricamente un tema polémico, debido al gran interés, misterio y fascinación que causa en las personas. Esta técnica o este método serán utilizados por Caligari para manipular a Cesare, quien estando en trance, puede responder preguntas trascendentales para el público que lo observa, pero también, sigue fielmente las órdenes de su «amo», lo cual es característico de la ficción, ya que dentro de la terapia hipnótica no es posible inducir a un paciente a actuar en contra de sus principios. El doble ansía encontrar los principios que rigen la técnica de la sugestión y adentrarse en los secretos psiquiátricos del Caligari original.

Caligari es un hombre que llega a la feria de la ficticia ciudad de Holstenwall, ahí logra presentar su espectáculo de hipnosis, en el cual las personas pueden hacerle preguntas a Cesare, quién está hipnotizado, y éste podrá adivinar su futuro. Luego de la muerte de 2 personas y del secuestro frustrado de Jane, actos cometidos por Cesare bajo el influjo de Caligari, éste último huyendo de la justicia se refugia en un «Manicomio», del cual resulta ser el director. Ahí se descubre que el psiquiatra que se hace llamar Caligari, conociendo la historia de «un empresario teatral llamado Caligari que, en el siglo dieciocho, viajaba por el Norte de Italia hipnotizando a su médium Cesare para matar gente»3, decide poner a prueba la técnica de la hipnosis para así develar sus enigmas. Su investigación inicia un 12 de marzo, día en que es admitido un sonámbulo (Cesare) en el manicomio, pero su obsesión con la historia de Caligari, no le permite sino utilizar la mente de Cesare para cometer los peores delitos. Aunque el aborrecible psiquiatra se presenta en un espectáculo ferial, en ningún momento es movido por intereses económicos, de igual manera que Víctor Frankenstein, su mayor motivación es comprobar el poder de la hipnosis. Caligari, en el papel de psiquiatra, sólo se presenta a partir de su entrada al asilo de insanos mentales, de tal manera que en el resto de la película no se hace referencia a tal rol, mientras que, en la obra de Mary Shelley, el Dr. Franskentein tiene mayor exposición en su representación de médico.

Tanto Víctor Frankenstein como Caligari, están formados en el área médica, el primero reconocido dentro su facultad y el segundo consiguiendo los méritos para dirigir un hospital psiquiátrico. De tal manera que podemos inferir competencia académica y profesional en ambos perfiles. Los personajes de Frankenstein y Caligari están obsesionados con hacer nuevos descubrimientos y dar respuesta a la ciencia, uno a través de generar vida y el otro a través de manipularla mediante la mente. A ambos los caracteriza el interés por la experimentación científica pero también la imprudencia. En la figura de Frankenstein encontramos un primer estadio racional al momento de plantearse una hipótesis científica respecto a la biología, luego hay una etapa irracional o de tipo neurótica. Esta última afirmación se sustenta en el hecho de que desde el momento en que el personaje inicia su proyecto, se dedica totalmente a él, sufre de insomnio y se abstrae de su realidad, pese a que, obviamente, como ocurre en cualquier caso de neuroticismo, el afectado no pierde la conciencia. Cuando ya ha culminado su tarea y logra despertar a la criatura, Frankenstein experimenta desde el primer instante, síntomas propios de un estado neurótico, como: sufrimiento emocional frecuente, sudoración excesiva, ansiedad, sentimientos de angustia y culpa, descanso irregular, voluntad débil y preocupación excesiva5. Tal sintomatología se manifiesta tan claramente, que Clerval, el entrañable amigo de Víctor Frankenstein, se percata de su turbación y lo interroga para conocer y darle sentido a su extraño comportamiento.

Por otra parte, Caligari siempre tuvo la intención de experimentar si era posible que un sonámbulo a través de la hipnosis podría cometer asesinato (lo que violaría hoy el principio bioético de «No maleficencia»), esta intención es descubierta por los médicos del sanatorio en el «Acto V» de la obra, cuando leen el diario del director. Caligari logra disimular sus impulsos psicóticos frente a las demás personas gracias a su conocimiento teórico de la mente, sin embargo, en privado se hace manifiesta su neurosis, esto se nota claramente en la escena donde Caligari se ordena a sí mismo repetidas veces «Du musst Caligari werden», de igual manera su «locura» se desenfrena en el «VI acto», al ver el cadáver de Cesare, por lo cual es resguardado con una camisa de fuerza y recluido en el mismo psiquiátrico, así pues, al igual que Frankenstein, su éxito terminó siendo su perdición.

El quiebre del Ethos científico

La ciencia es una institución, normalizada, que posee tres aristas o componentes que definen tal institucionalidad, lo metodológico, lo epistemológico y lo axiológico.

Un ethos es el tipo de conducta o actitud que adopta un grupo de individuos dentro de un tipo de sociedad o comunidad. La palabra ethos (ἦθος), era utilizada por los griegos para referirse al carácter, sin embargo, también está la acepción a costumbre.

Ni Frankenstein ni Caligari, en su proceder técnico y científico, se limitaron a acatar a los preceptos morales y éticos que dan sentido al ethos científico. Éstos hacen referencia, por ejemplo, a la comunicación y contrastación de los resultados que emergen de una investigación o experimentación con otros pares, de hecho, luego de que ambos hombres comprobaran sus teorías, no se dieron a la tarea de señalar los peligros que acarreaban tales ensayos y experiencias. Pese a que el rol del ser de ciencia es promover el conocimiento y generar grandes avances, basados en la originalidad, como indica Echeverría6, citando a Merton; estos personajes se excedieron al hacer uso del conocimiento científico para llevar a cabo tareas irracionales y repudiadas por la propia comunidad científica, aunque éstas fueran con fines de investigación. De forma clara, la actuación de Frankenstein y de Caligari, no se enmarcaba dentro del ethos científico, entendido éste, no como una lista de valores, de los cuales hay unos más importantes que otros, sino como un plexus de valores interdependientes. Tengamos en cuenta que la racionalidad, también es un valor de la ciencia.

El problema bioético

Pese a que la bioética como área de estudio es muy reciente, podemos encontrar en ambas obras, algunos aspectos que a nuestros días no sólo serían criticados sino prohibidos en el quehacer médico-científico. Anteriormente, los pacientes estaban sujetos al criterio médico, es decir, el médico tenía la potestad de influir en las decisiones del enfermo, a esto se le conoce como «principio paternalista». Hoy la bioética reconoce el principio de autonomía de cada paciente, éste se sustenta en aquello que se ha denominado «consentimiento informado». Claramente este concepto no era parte del paradigma médico del siglo XIX ni de las 2 primeras décadas del siglo XX.

Hoy diríamos que Caligari, en su rol de psiquiatra debía informar al representante del paciente sonámbulo, el tratamiento médico recomendado, para que así se evaluara la conveniencia o no del mismo, teniendo en cuenta la segunda premisa del principio de autonomía: «Todas las personas cuya capacidad de decisión, por las razones que sean, se encuentre disminuida tienen derecho a su protección a fin de evitar decisiones que las perjudiquen relevando su consideración de persona a un segundo plano o nivel»7. Esto en principio, no aplicaría a Víctor Frankenstein, por la naturaleza de sus experimentos. De lo que sí podemos acusarlo, es de la falta de dignidad que tuvo luego del éxito de su experimentación, al dejar abandonado a lo que, al tomar vida, se convertiría no en su hijo sino en su paciente. Cuando la criatura completa su primera inspiración, al recobrar o recuperāre vida, adquiere valor inherente. Marcos basado en Spaemann, nos comenta que «la dignidad se encuentra al principio, desde que un ser humano viene al mundo, no es ‘algo aún por producir’, sino ‘algo que respetar»8, más adelante reafirma: «en consecuencia [cada ser humano], posee dignidad desde su generación hasta su muerte». De tal manera que Víctor no entendió que su ahora paciente, tiene tanto valor como cualquier otro viviente. Quizá, pensemos ahora mismo que la criatura no es un ser humano, en ese caso, surgiría la pregunta ¿no tienen valor también los animales o las plantas?, recordemos que Frankenstein reconoció, aunque de forma peyorativa, la capacidad de raciocinio del monstruo definiéndolo como «un animal capaz de pensar y razonar»1. Es precisamente esa falta de valor con la cual se considera a la criatura, lo que generó en él un sentimiento de venganza. Está claro que lo que debió ser una relación médico-paciente entre Frankenstein y la criatura desde el principio se rompió, cuando el primero de ellos huyó. Recordando el pasaje de la obra en la cual la criatura dice: «os ruego me escuchéis antes de dar rienda suelta a tu odio»1, lo que pide es que se restablezca esa relación ya perdida. Él quiere ser valorado, tal como el psiquiatra o el psicólogo valora a su paciente en el diván. La criatura requiere un alivio a su dolor, un dolor que no es físico sino emocional. Hoy cualquier profesional de la salud mental le hubiese podido recetar fármacos antidepresivos, luego de una profunda sesión psicológica. Ante esta petición Frankenstein se calma y reflexiona, «por primera vez experimenté lo que eran las obligaciones del creador para con su criatura, y comprendí que antes de lamentarme de su maldad debía posibilitarle la felicidad»1, así reconoce el principio de beneficencia y retoma la relación médico-paciente. Una relación que está enmarcada en lo que Veatch llamó «modelo sacerdotal»9, ya que las decisiones no son concertadas y es Frankenstein quien impone su criterio. Siguiendo a Howard Brody, podemos identificar que su ejercicio de poder, se fundamenta en lo «adquirido por su entrenamiento y su conocimiento de la ciencia médica»9, dejando de lado cualquier posición del paciente, lo cual no sería bioéticamente aceptado. En la obra Frankenstein o el moderno Prometeo, la relación que se plantea entre Frankenstein y la criatura, es una relación padre-hijo / creador-criatura, es por ello, que, en este trabajo, develamos que el tipo de nexo que une a ambos personajes, es el de médico-paciente, en cuanto a que Víctor no engendró biológicamente a la criatura, así como tampoco llevó a cabo una filiación adoptiva con la misma. Frankenstein se limitó a realizar una labor quirúrgica y luego, una electroterapia o reanimación, en el caso de que tomemos por hecho que al cuerpo se le aplicaron descargas eléctricas para que volviese a la vida. Esta tarea, no da pie para otorgarle al médico el título de creador o padre, en la actualidad, los cirujanos de trasplante o el personal de salud que pueda reanimar un cuerpo a través del uso de un desfibrilador no asumen el papel de padre o de dador de vida, sino el papel de médico y la relación que lo une al paciente, es precisamente la de médico-paciente.

Retomando a Caligari, el vacío de información al que tanto el paciente como sus representantes están sumidos, constituye una violación a los principios de beneficencia, no maleficencia y justicia, a los cuales se deben los médicos y científicos. Aunque es cierto que para el estreno de «El gabinete del Dr. Caligari» no se hablaba de bioética, también es cierto que estos valores ya se cultivaban desde un siglo atrás, cuando Hayner se manifiesta con «palabras vehementes contra los castigos corporales infligidos a los locos, por ser injustos, nefastos e inútiles»10. El paciente sonámbulo, al que conocemos como Cesare, fue entregado a Caligari con la intención de que recibiera un tratamiento médico oportuno y así procurar la mejora de su condición psíquica, bajo ningún concepto debía ser utilizado como un medio para que el psiquiatra comprobara una u otra teoría científica. En este caso, la dignidad del paciente también fue violentada y la relación médico-paciente viciada, López, basado en un estudio de Gabbard, señala los principales comportamientos antiéticos dentro de la especialidad psiquiátrica, entre otras, menciona: «diversas formas de explotación de pacientes con las que terapeutas obtienen beneficios ilegítimos ya sea en términos económicos, de prestigio profesional o social, de adquisición de bienes o servicios, de gratificación sexual, etc»11.

Tanto Víctor Frankenstein como Caligari, eran conscientes de la responsabilidad que emana la posesión del conocimiento, la ciencia no está aislada de la sociedad, pese a que puede practicarse en la soledad de un laboratorio, pero siempre tendrá alguna implicación social. Ambos personajes tienen en común su antropocentrismo y la característica de querer hacer de la ciencia un objeto personal, de alcanzar sus ambiciones sin medir las consecuencias, ambos actuaron claramente sin actitud bioética. Me baso en Marcos cuando señalo el paradigma antropocéntrico de los dos personajes, ya que éstos buscan el dominio de la naturaleza a través de la ciencia y en su proceder se «niega cualquier carácter moral a la relación entre el hombre y el resto de los seres naturales»12, Frankenstein mediante la manipulación de la biología y Caligari a través de la explotación de otra persona, que, además, es su paciente.

La historia de la ciencia, pudiese reconocer en la ficción de Frankenstein al primer caso exitoso de trasplante, su voluntad por hacer un hombre nuevo basado en la técnica de los homoinjertos, le permitió descubrir el origen de la vida. Sin embargo, ¿diríamos hoy que llevó a cabo Frankenstein un procedimiento bioéticamente aceptable?, lo primero que debemos señalar es la manera en la cual se obtuvieron tanto los órganos como las diversas extremidades que fueron utilizadas por el científico en su labor, recordemos que nuestro personaje «recogía huesos de los osarios, y violaba, con dedos sacrílegos, los tremendos secretos de la naturaleza humana»1, es decir, no tuvo ningún respeto por los cuerpos ni tampoco recabó el permiso de sus familiares, lo cual no sería una práctica coherente con una actitud bioética y responsable por parte del galeno, Gafo resalta que con la donación de órganos, el cadáver de una persona no queda disminuido ni falto de dignidad y aunque esta práctica tampoco viola algún derecho del fallecido, «sí debería exigirse que se tomen medidas para que, después de la extracción de los órganos, se cuide el aspecto externo del cadáver»13. En segundo lugar, es necesario evaluar las condiciones en las cuales se practicaron los trasplantes, en la novela el propio Frankenstein relata que «los materiales con los que de momento contaba apenas si parecían adecuados para empresa tan difícil [la creación de un ser humano]»1, de tal manera que en principio ya encontraba un obstáculo instrumental como para realizar una labor tan delicada como la que se proponía, más adelante continúa diciendo «había instalado mi taller de inmunda creación en un cuarto solitario, o mejor dicho, en una celda»1, las condiciones en la cuales trabajaría Víctor Frankenstein como cirujano, no aseguraban el éxito de la intervención, así como tampoco la asepsia de las partes corpóreas que manejaría. Esto rompe con «la exigencia ética de seguridad, es decir, la necesidad de que la compleja técnica se realice en condiciones que garanticen, al máximo, el buen resultado de la intervención» tal como señala Gafo13.

Tanto Víctor Frankenstein como Caligari fueron cegados por su imprudencia y dejados llevar por ella, cultivaron una relación tormentosa y antiética con sus «pacientes». La actuación de ambos personajes nos permite hacer un análisis positivo de todo el desarrollo bioético que ha tenido la ciencia hasta ahora, en particular la medicina. La relación médico-paciente de hoy día está resguardada por un ordenamiento jurídico y unos protocolos internacionales que garantizan los principios bioéticos del trato al paciente. Sin embargo, cada día siguen debatiéndose nuevos temas sobre este aspecto que buscan equilibrar la balanza entre las responsabilidades y atribuciones tanto del médico como del paciente en pro de una relación más justa.

Conclusiones

Es importante destacar, cómo la ficción de ambas obras pudieron ser el antecedente literario de lo que hoy conocemos como avances científicos, como la especialidad clínica del trasplante de órganos, manipulación genética o el tratamiento de enfermedades psiquiátricas; más allá de eso, desde el lado negativo, hoy podemos encontrar fármacos que son capaces de generar delirios y sumisión en una persona, tanto, como la «hipnosis» de Caligari. Hacer una retrospectiva bioética, nos permite reconocer en personajes ficticios los errores a los que hubiesen podido incurrir algunos científicos en contextos no reglados y con la intención de generar conocimiento científico, como los casos de experimentación con humanos en laboratorios de la época nazi. Entender que la bioética es un área de estudio práctico que promueve el respeto a la dignidad de los vivientes, es hacerse eco de llevar a cabo experimentos con la mayor seguridad y transparencia posible. Recordemos cómo He Jiankui, conocido como el «Doctor Frankenstein chino», ha sido condenado a tres (03) años de prisión y una multa de 384,000 euros14 por llevar a cabo, junto a dos colaboradores, un procedimiento de manipulación de ADN (utilizando CRISPR-Cas9) en un par de gemelas, para que éstas fuesen inmunes al VIH, pese a que su intención era realizar ensayos a favor de la «mejora humana», dejó de lado las prohibiciones legales del propio régimen chino y falsificó documentos internos. De Frankenstein y Caligari a He Jiankui, hay mucho trecho (no solo por lo temporal, sino por lo real), sin embargo, el comportamiento contrabioético para lograr comprobar una teoría es prácticamente el mismo.

Referencias

1. Burdiel I. Frankenstein o la identidad monstruosa. Madrid: Ediciones Cátedra, 1999.

2. Thompson, E.P. La formación de la clase obrera en Inglaterra. 1962. Madrid: Capitán Swing; 2012.

3. Kracauer, S. De Caligari a Hitler. Madrid: Editorial Paidós; 1985.

4. Pardo Mindán, F.J. Compendio de anatomía patológica. Madrid: Harcourt Brace; 1998.

5. Redacción. ¿Qué es la neurosis? [Internet]. La Vanguardia 10 de junio de 2019 [Consultado 14 de abril de 2020].

6. Echeverría, J. El ethos de la ciencia, a partir de Merton. En: Valero J. A, coordinador. Sociología de la ciencia. Madrid: Edaf Ensayo; 2004, p. 31-56.

7. Díez, J, R. El derecho del paciente a conocer y a decidir: ¿Quién decide?. En: Marcos A, coordinador. Bioética y derechos humanos. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia; 2012. pp. 269-318.

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Yulfren González R. Es Ingeniero de Redes y Comunicaciones, tiene un diploma en Filosofía por la Universidad de Carabobo y uno en Educación por la UPEL, Máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Valladolid. Ha realizado dos maestrías, una en Gerencia de los sistemas de información y otra en Gerencia Educativa por la UBA (TFM por presentar). Es docente en la Universidad Tecnológica del Centro desde el año 2012. Actualmente es doctorando, su línea de investigación se centra en Filosofía de la Tecnología.